jueves, 18 de diciembre de 2014

Los aerogeneradores del futuro


Estamos muy acostumbrados a la imagen de un parque eólico con sus aerogeneradores tradicionales de hélices, pero el aspecto de las turbinas puede cambiar en no mucho tiempo. De hecho, ya están en marcha proyectos pioneros para encontrar cómo serán los aerogeneradores del futuro. ¿Puede existir una turbina sin hélices? ¿O una en forma de árbol? Esos son algunos de las ideas que ya se están convirtiendo en realidades y que prometen revolucionar al sector de la energía eólica en los próximos años. Se trata todavía de proyectos con mucho recorrido y que están en fase de prueba, pero, al mismo tiempo, son la prueba de que la energía eólica es un campo que agudiza el ingenio y la investigación.

El primero de los proyectos mencionados, el aerogenerador sin hélices, es obra de un grupo de ingenieros españoles que apuestan por tener un primer modelo operativo a comienzos de 2016. El funcionamiento de su invención es sencillo: el viento golpea sobre una estructura en forma de mástil con forma ligeramente cónica y la energía se produciría con la oscilación de la parte superior, que sustituye al movimiento de las aspas tradicionales, dependiendo de imanes y no de elementos mecánicos. La altura de estos aerogeneradores es inferior a la de los tradicionales, alcanzando unos 12,5 metros de alto. Su construcción es sensiblemente más barata que la del molino de viento típico, hasta un 50 por ciento, lo que compensa que produzca un 30 por ciento menos de energía que las turbinas actuales.

Las ventajas de este modelo son evidentes. En primer lugar, no tiene apenas impacto sobre el medio. No es un peligro para los pájaros de la zona, no produce ruido y necesita mucha menos materia prima en la construcción. Al no tener engranajes de ningún tipo, el mantenimiento es mucho más barato que el de los molinos tradicionales, y eso permite el ahorro de los 300 litros de aceite anuales que precisa de media un aerogenerador. Tampoco necesita ser orientado, porque recoge el viento de cualquier dirección, y por tanto absorbe mejor la energía. Los trabajos de prueba se reparten entre el túnel de viento de Ávila, las condiciones naturales del cercano municipio abulense de Gotarrendura y el Centro Tecnológico de Respol en la localidad madrileña de Móstoles.

La segunda idea es del francés Jérôme Michaud-Larivière, fundador de la empresa NewWind. El árbol del viento, que así se denomina, está formado por aproximadamente un centenar de hojas de plástico conectadas a un tronco de acero. Las hojas son en realidad miniturbinas que están dispuestas de tal manera que pueden absorber corrientes de viento muy inferiores a las que son capaces de procesar los molinos eólicos tradicionales. Estos necesitan una velocidad de 4 metros por segundo mientras que el árbol del viento ya se pone en funcionamiento con brisas de 2 metros por segundo. Según las pruebas realizadas por este laboratorio, este nuevo modelo de aerogenerador es rentable con vientos que soplan a una media anual de 3,5 metros por segundo.

El primer prototipo de ha instalado en la Ciudad de las Telecomunicaciones de Pleumeur-Bodou, de la región francesa de Bretaña. El principal objetivo de este tipo de turbina es aprovechar las corrientes que atraviesan las ciudades entre los edificios y las calles. La electricidad generada por este modelo bastaría para suministrar energía de forma habitual a una veintena de farolas LED, a una estación de recarga de coches eléctricos o incluso a una vivienda de cuatro personas con una situación ideal de aislamiento. El entusiasmo de NewWind, que pretende comercializarlo en 2015, contrasta con la opinión de la agencia del Medio Ambiente y el Control de la Energía (ADEME), que no considera este ingenio un avance significativo con respecto a los pequeños aerogeneradores urbanos clásicos. El tiempo dirá quién tiene la razón y si este invento se populariza.