Mientras el primer ministro británico, David Cameron,
inauguraba oficialmente el pasado día 5 de julio el mayor parque eólico marino del mundo, London Array, en España
es una incógnita el futuro de esta vertiente de la energía renovable, la que
más aporta al sistema eléctrico. ¿Pero tiene futuro la energía eólica marina en España? El Reino Unido es reflejo del avance de esta
tecnología y es el país líder en su generación en todo el mundo, mientras que España, que hace no tanto tiempo afrontaba esta vía
con ilusión, vive ahora en un mar de dudas sobre su futuro. El pasado día 1
de junio, el diario El País publicaba una completa información en varias piezas que servía para
trazar una precisa radiografía del panorama en que se encuentra la energía
eólica marina en España.
Retrocedamos por un momento hasta el año 2007. El Gobierno español, entonces
presidido por José Luis Rodríguez Zapatero, calcula que España instalará 20.000
MW de potencia en parques eólicos marinos. En 2010, esa cantidad quedó rebajada a
los 750 MW, todavía en la etapa del Ejecutivo socialista, con la aprobación del
Plan de Energías Renovables 2011-2020. Pero, según las empresas y asociaciones del sector de las energías renovables, las últimas reformas del Gobierno de
Mariano Rajoy que afectan a este mercado hacen que incluso esa cifra se vea ahora como inalcanzable. España, de
esta forma, corre el peligro de quedarse atrás en un mercado que en otros
lugares del mundo avanza con paso firme. Los parques eólicos marinos de todo el
mundo ya generan 5.415 MW (dato del Informe 2012 del Consejo Mundial de la
Energía Eólica) y las perspectivas globales hablan de crecimiento.
En enero de 2012, se hizo público el informe que Xavier García Casals elaboró para
Greenpeace, titulado Energía 3.0. Según explicó en la presentación del mismo, "es
técnicamente posible y económicamente asequible" tener en 2050 un sistema
eléctrico basado completamente en las energías renovables. En esta misma línea, la información de El
País recuerda el informe Renovables 2050, que la asociación ecologista publicó
en 2005. Dicho informe hablaba de un potencial eólico marino para España de 20 GW
y recoge los datos del informe Sea Wind Europe, también realizado para
Greenpeace por Garrad Hassan, que apuntan a 25,52 GW de potencia instalada en
2020. A día de hoy, el objetivo parece imposible, todavía no existe potencia instalada en nuestras costas y
numerosos proyectos se han paralizado.
Esta situación de parálisis contrasta con el destacado papel
pionero que España siempre ha tenido en la tecnología eólica, un papel que
sigue teniendo y que permite mantener esperanza en el futuro. En Madrid hay dos
instalaciones donde Iberdrola prueba los modelos de aerogeneradores marinos, el
Canal de Ensayos Hidrodinámicos (CEHINAR) de la Escuela Técnica Superior de
Ingenieros Navales de la Universidad Politécnica y el Centro de ExperienciasHidrodinámicas de El Pardo (CEHIPAR), cuyas instalaciones se ven en el plano adjunto. Juan Amate, ingeniero industrial y responsable de
tecnología offshore en Iberdrola Energía, explicó también en declaraciones a El
País que con las pruebas a escala que se realizan en estos centros se ha
comprobado que los molinos reales serían capaces de resistir olas de 31 metros
de altura, equivalentes a las del tsunami que arrasó las costas del Océano Índico
en 2004.
Amate destaca que lo mejor que puede ofrecer el diseño
español es, precisamente, un ahorro en los costes de hasta un 20 por ciento con
respecto a las instalaciones en otros países. La clave, explica, está en que la
labor de ensamblaje no tiene por qué hacerse en alta mar, sino que puede
realizarse en un astillero y remolcarse después hasta la zona de instalación. La información es
la otra clave, y ahí entra en juego el proyecto Neptune, un consorcio
hispano-luso formado por empresas, universidades y centros tecnológicos. Su
objetivo es conseguir información precisa para conocer el comportamiento de viento,
oleaje y corrientes. Los instrumentos con los que se pretende hacerlo son la
boya Eolos, que incorpora tecnología LIDAR (Light Detection and Ranging), y un
nuevo software denominado NEPtool. El plan pasa por tener el instrumental listo
antes de que acaba el año para probar el prototipo en 2014.
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