El viento siempre ha sido una fuente de energía perfecta
para la navegación marítima y ayuda a la aérea, pero ¿es posible aplicar la
energía eólica a los vehículos terrestres? Aunque esa pregunta hasta ahora sólo
ha encontrado respuesta en deportistas extremos, lo cierto es que sí es
posible. El primer precedente es de 2004, cuando el alemán Dirk Gion cruzó
Australia, un total de 2.976 kilómetros, en 17 días viajando en un monopatín
impulsado por cometas en el denominado proyecto Earthflyer (en la imagen de la derecha). En 2006, Gion condujo un BMW de Fórmula 1 alterado para
que su energía proviniera sólo del viento, alcanzando velocidades de hasta 80
kilómetros por hora. En 2009 Gion se unió a Stefan Simmerer para construir un
vehículo de cuatro ruedas que hiciera posible el sueño. Y en 2011, tras seis
meses de construcción, el sueño se convirtió en realidad.
Fruto de ese trabajo en las Evonik Industries AG, de Essen
(Alemania), nació el Wind Explorer, el Explorador del Viento. En esencia es un
coche eléctrico. La diferencia está en que fue construido para conseguir la
mayor eficiencia energética. Con ese fin, se tuvo en cuenta la aerodinámica, el
peso de la carrocería, se le dio un centro de gravedad muy bajo y se le equipó
con ruedas lenticulares. El coche, de dos plazas, puede recargarse a través de
la red eléctrica tradicional o gracias a una turbina eólica que lleva, con un
rotor de 2,70 metros de diámetro, y que en apenas media hora se puede montar
sobre un mástil de bambú de seis metros de alto.
Hay una segunda forma de utilizar la energía eólica para
impulsar este vehículo, una cometa, de enorme parecido con las que se usan en
el kite surf. El peso del vehículo es de 200 kilos: 90 del chasis gracias el
uso de la fibra de carbono (el mismo material que recubre un Fórmula 1); 90 más
de las baterías de ion-litio de 8 KWh, la misma que utilizan muchos de los
vehículos eléctricos que hay ahora mismo en el mercado, cuya carga completa no
llegaría a costar dos euros, y que permite una autonomía de 400 kilómetros; y
20 de la turbina eólica. Gion y Simmerer se pusieron a los mandos del vehículo
para cruzar Australia, alcanzando una velocidad máxima de 80 kilómetros por
hora y consiguiendo el mejor ajuste energético entre los 45 y los 60.
Tras cinco días de trayectos de prueba desde Perth, el viaje
de estos dos aventureros alemanes comenzó en Albany el 26 de enero de 2011 y
concluyó en Sydney 18 días más tarde, el 12 de febrero, tras recorrer 4.800
kilómetros. La energía eólica generada por la turbina permitió al vehículo
realizar 2.280 de esos kilómetros y la cometa otros 420. Los 2.100 restantes se
hicieron con energía extraída de la red eléctrica convencional. ¿El coste de
esa energía? 10,08 euros. Y es que el Wind Explorer consume una media de 2 KWh
por cada cien kilómetros, menos de medio euro según las estimaciones que
hicieron los protagonistas de esta hermosa aventura. Con este viaje, Gion y
Simmerer batieron tres récords mundiales: era la primera vez que se cruzaba un
continente en un vehículo de energía eólica, los casi 5.000 kilómetros fueron
la distancia más larga recorrida por un vehículo de estas características y
lograron también la distancia mas larga cubierta en 36 horas (493,5
kilómetros). Una experiencia pionera con tres marcas impresionantes.
No será fácil que esta tecnología se pueda aplicar en un
futuro próximo en los vehículos comerciales, pero la aventura siempre precede a
la realidad. En todo caso, hay invenciones que tratan ya de hacer de la energía
eólica el impulso de la industria automovilística. José Raúl Tirapu Manero
patentó en julio de 2007 un generador eólico para vehículos que tiene un
funcionamiento muy sencillo, basado en el viento que penetra en el coche por la
rejilla frontal cuando está en movimiento. Tras la rejilla se colocaría un eje
transversal con unas palas, cuyo movimiento generaría la energía que pasaría
primero a un generador y después a un acumulador de energía. Quién sabe si en
esta sencilla idea puede estar la base para que, en un futuro, la energía
eólica sea también parte del transporte más cotidiano.
Antes de este coche, ¿no hubieron más autos eléctricos impulsados por energía eólica?
ResponderEliminarun beso mucho animo
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