jueves, 3 de julio de 2014

Los parques eólicos marinos pueden reducir los efectos de un huracán


Todo el mundo tiene una idea clara de lo que es la energía eólica y para qué sirve, una imagen de los aerogeneradores que la producen y nociones sobre los múltiples beneficios energéticos y medioambientales que se derivan de su aplicación. Pero sigue habiendo usos de la energía eólica que son completamente desconocidos para la mayoría de las personas. Un grupo de investigadores de las universidades norteamericanas de Stanford y Delaware han mostrado en un estudio un uso más de la eólica, concretamente de la eólica marina: frenar los huracanes. Aplicado a la vida real, estos datos habrían podido salvar muchas vidas y reducir drásticamente los costes económicos que produjeron los huracanes más famosos de la historia reciente.

El profesor de Ingeniería Civil Mark Z. Jacobson ha dedicado los últimos 24 años de su vida a realizar simulacros de huracanes que provocaron grandes destrozos con el objetivo de conocer los efectos que estos fenómenos podrían provocar en parques eólicos marinos. Ese propósito se cumplió en este estudio, ya que se extrajo la conclusión de que estos parques offshore podrían aguantar huracanes de categorías 2 y 3 sin sufrir daños severos. Lo sorprendente, no obstante, fue que las simulaciones mostraron que las turbinas reducían las velocidades máximas del viento, disminuían la fuerza del oleaje y, por tanto, limitaban la intensidad del huracán y podrían haber evitado las dramáticas imágenes que se vivieron por su causa.

Jacobson y su equipo hicieron tres simulaciones con los datos reales de los huracanes Sandy e Isaac, que mostraron su mayor poder destructor sobre Nueva York en 2012, y el Katrina, que arrasó Nueva Orleans en 2005. Con este último, probablemente el más conocido de todos estos fenómenos por su trágico desenlace, se simuló la existencia de un parque eólico de 78.000 generadores frente a la costa de Nueva Orleans. Los resultados fueron asombrosos: la reducción del viento habría sido de entre 129 y 158 kilómetros por hora (el huracán llegó a alcanzar los 280) y la marejada ciclónica habría caído hasta un 79 por ciento. Con el Sandy, la reducción del viento habría sido de entre 35 y 39 metros por segundo y la marejada habría caído en un 34 por ciento.

Es verdad que hablando de una instalación de decenas de miles de aerogeneradores el coste sería muy alto, pero el estudio de Jacobson explica que hay más variables a analizar, empezando por el coste de vidas (el Katrina provocó más de 1.800 muertos, el Sandy 287 y el Isaac más de 40) y continuando por la amortización eléctrica de un parque de esa envergadura. El análisis, en todo caso, ofrece una alternativa a este gigantesco parque eólico, que sería la construcción de un gran rompeolas. No obstante, esta opción, que también tendría un elevado coste económico y ninguna productividad energética añadida, sólo serviría para frenar el oleaje, pero no para reducir la velocidad del viento de forma sustancial.

Cristina Archer, colaboradora de Jackobson en el estudio al igual que Willett Kempton, explicó que "los huracanas son un animal diferente", y por eso se lanzaron a analizar el efecto que tendría un campo de aerogeneradores sobre este fenómeno y las diferencias que pudiera haber con respecto a los vientos normales. "Hay una retroalimentación en el huracán que es realmente fascinante de examinar", sentenció. El estudio lo ha publicado la revista Nature Climate Change.

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