Todo el mundo tiene una idea clara de lo que es la energía
eólica y para qué sirve, una imagen de los aerogeneradores que la producen y
nociones sobre los múltiples beneficios energéticos y medioambientales que se
derivan de su aplicación. Pero sigue habiendo usos de la energía eólica que son
completamente desconocidos para la mayoría de las personas. Un grupo de
investigadores de las universidades norteamericanas de Stanford y Delaware han
mostrado en un estudio un uso más de la eólica, concretamente de la eólica
marina: frenar los huracanes. Aplicado a la vida real, estos datos habrían
podido salvar muchas vidas y reducir drásticamente los costes económicos que
produjeron los huracanes más famosos de la historia reciente.
El profesor de Ingeniería Civil Mark Z. Jacobson ha dedicado
los últimos 24 años de su vida a realizar simulacros de huracanes que
provocaron grandes destrozos con el objetivo de conocer los efectos que estos
fenómenos podrían provocar en parques eólicos marinos. Ese propósito se cumplió
en este estudio, ya que se extrajo la conclusión de que estos parques offshore
podrían aguantar huracanes de categorías 2 y 3 sin sufrir daños severos. Lo
sorprendente, no obstante, fue que las simulaciones mostraron que las turbinas
reducían las velocidades máximas del viento, disminuían la fuerza del oleaje y,
por tanto, limitaban la intensidad del huracán y podrían haber evitado las
dramáticas imágenes que se vivieron por su causa.
Jacobson y su equipo hicieron tres simulaciones con los
datos reales de los huracanes Sandy e Isaac, que mostraron su mayor poder
destructor sobre Nueva York en 2012, y el Katrina, que arrasó Nueva Orleans en
2005. Con este último, probablemente el más conocido de todos estos fenómenos
por su trágico desenlace, se simuló la existencia de un parque eólico de 78.000
generadores frente a la costa de Nueva Orleans. Los resultados fueron
asombrosos: la reducción del viento habría sido de entre 129 y 158 kilómetros
por hora (el huracán llegó a alcanzar los 280) y la marejada ciclónica habría
caído hasta un 79 por ciento. Con el Sandy, la reducción del viento habría sido
de entre 35 y 39 metros por segundo y la marejada habría caído en un 34 por
ciento.
Es verdad que hablando de una instalación de decenas de
miles de aerogeneradores el coste sería muy alto, pero el estudio de Jacobson
explica que hay más variables a analizar, empezando por el coste de vidas (el
Katrina provocó más de 1.800 muertos, el Sandy 287 y el Isaac más de 40) y
continuando por la amortización eléctrica de un parque de esa envergadura. El
análisis, en todo caso, ofrece una alternativa a este gigantesco parque eólico,
que sería la construcción de un gran rompeolas. No obstante, esta opción, que
también tendría un elevado coste económico y ninguna productividad energética
añadida, sólo serviría para frenar el oleaje, pero no para reducir la velocidad
del viento de forma sustancial.
Cristina Archer, colaboradora de Jackobson en el estudio al
igual que Willett Kempton, explicó que "los huracanas son un animal
diferente", y por eso se lanzaron a analizar el efecto que tendría un
campo de aerogeneradores sobre este fenómeno y las diferencias que pudiera
haber con respecto a los vientos normales. "Hay una retroalimentación en
el huracán que es realmente fascinante de examinar", sentenció. El estudio
lo ha publicado la revista Nature Climate Change.
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